Nuestra sociedad está cambiando muy rápido. La pandemia ha precipitado esa mutación.

Nos hemos maltratado en aras de la supervivencia individual, en contra del principio de colectividad, y ahora actuamos como perros apaleados. Que se lo digan, si no, a los estrategas de las entidades bancarias; ya no saben qué hacer para sostener la reputación de éstas.

Tenemos una visión global como nunca antes habíamos tenido, pero tendemos a fijar nuestra mirada en el localismo. Simplemente porque nos da confianza y seguridad. Las redes sociales triunfan por eso. Están de nuestro lado. Están en nuestro móvil, en nuestra mano; muy cerca. Muy próximas a nosotros, a nuestra vida. Aunque sus protagonistas estén a miles de kilómetros.

Tu negocio debe cambiar, dicen. Tus clientes piensan diferente, dicen. La gente ya no quiere lo mismo. Todos estamos saciados de publicidad. Rehusamos los anuncios en cualquier formato. Rara vez nos sorprenden. Ya no queremos que nos informes. Los aparatos electrónicos ya no llevan instrucciones. Si quiero información la busco en Google. Es más, si quiero algo lo busco en Google, YouTube o Tiktok.

Pero la publicidad sigue siendo necesaria. Si no me doy a conocer ¿cómo saben que existo? ¿Cómo voy a vender si no me ven?

El marco teórico no ha variado mucho con el cambio de siglo. Sigue imperando AIDA ( Atención, Interés, Deseo, Acción) con otros nombres y acrónimos, en formato embudo eso sí. Y sus estrategias excesivamente alambicadas; dígase el buyer journey. Lo que sí ha variado mucho, pero mucho, es la manera en que las personas nos relacionamos. Los canales de comunicación han aumentado, evolucionado y sofisticado. Y siguen cambiando cada poco tiempo. Es imposible estar al día de todos. Y menos aspirar a un relato de venta único. Las ventas deben existir porque las personas queremos comprar. Va con nuestro ADN social. Inoculado al nacer prácticamente. Pero, ojo, no nos gusta que nos vendas… Bienvenida y bienvenido al Inbound Marketing.

Constantemente te dicen que segmentes audiencias, públicos, que acotes compradores, buyer personas. Y que los acompañes, uno a uno, hasta el final de la compra. Vas a dedicar grandes recursos a Google Ads, Facebook Ads, Instagram Ads, Tik Tok Ads… Tus marketeers medirán las métricas hasta el último detalle. Pero tú vas a vender menos que antes y Google cambia su algoritmo constantemente en favor de las tendencias de búsqueda, y no te cuento cómo va a a cambiar eso del SEO con la irrupción de la IA…, demasiado estrés empresarial.  Cierto es que tu market place está atomizado, que muchos quieren lo mismo que tú. Y que viviremos una década “poco alegre”. Todos miraremos con lupa el dinero que gastamos. No existe la seguridad económica.

¿Cuál, entonces, es la solución?

Conseguir buena reputación para poder crear tu Comunidad. 

Eso requiere tiempo. Grandes dosis de atractiva narrativa transmedia y una nueva manera de contar las historias de siempre. Mientras tanto puede ser de gran ayuda que seas admitida o admitido en una comunidad ya existente. Un grupo de personas afines que precisan y disponen de canales de comunicación sociales. Debemos fabricar comunidad y mantener su apego.

Le hemos preguntado al oráculo de Google el significado de apego y nos ha dicho… “Relación que es duradera en el tiempo, suele ser estable, relativamente consistente y es permanente durante la mayor parte de la vida de una persona”.

¿Vamos a hacer BRANDING?